Nuestros cuerpos están repletos de colágeno. Desde los dedos de los pies hasta los dientes, esta potente proteína mantiene las articulaciones constantemente activas, los músculos fuertes, las sonrisas sanas y brillantes, y la piel libre de arrugas. Cuando cruzamos la frontera de los 20 años, el cuerpo comienza a disminuir su producción de colágeno y el efecto físico de los años comienza a revelarse.

Es entonces cuando cobran protagonismo los suplementos. En los últimos años, han aparecido suplementos de colágeno derivado de escamas de pescado o tejidos vacunos, en forma de polvos, pastillas y cremas. Prometen de todo, desde una melena abundante hasta un aumento de la masa muscular, pero ¿realmente funcionan?

El veredicto: la mejor forma de combatir la degradación del colágeno es, por supuesto, la prevención. Llevar protector solar e ingerir alimentos ricos en antioxidantes, como frutas y verduras, pueden ayudar a retrasar la descomposición de su colágeno natural. El consumo de leche, claras de huevo, col, piel de pollo, carne de res, pescado, pimiento, frijoles y semillas de sésamo también ayuda al cuerpo a estimular la producción de colágeno.

Dicho esto, si prefiere una pequeña ayuda comprada en la tienda para estimular el colágeno, la ciencia está en gran parte de su lado. En estudios se ha demostrado que los suplementos pueden funcionar después de varios meses de consumo. Tomar suplementos frecuentemente y según las indicaciones puede mejorar la elasticidad de la piel y reducir las señales físicas del envejecimiento y el dolor articular.

Las cremas tópicas no pueden penetrar en la capa profunda de la piel donde se produce el colágeno. Sin embargo, se ha demostrado que los sueros con retinoles y vitamina C estimulan la producción de colágeno y son buenas opciones para aprovechar estos beneficios antienvejecimiento.