El pastel de frutas (una mezcla de frutas secas o frescas, nueces, pan y alcohol) ha resistido muy bien el paso del tiempo. Y no es de extrañar, pues con frecuencia parece más un bloque de cemento que un pastel. De hecho, el Departamento de Agricultura de EE. UU. señala que un pastel de frutas puede durar seis meses en el refrigerador y hasta un año si se congela. Y, dependiendo de a quién le pregunte, podría durar mucho, mucho más.
Aunque tiene mala reputación por ser considerado un bulto pesado y es víctima de interminables bromas ("¡mira, un pisapapeles!"), este denso postre sigue adelante. De hecho, tan solo una panadería en Georgia hornea 90,000 libras de este pastel todos los días durante la temporada navideña. Y no es solo en los EE. UU. Ya sea el stollen de Alemania, el panettone de Italia o el pastel negro de Jamaica, parece que el pastel de frutas gusta en todo el mundo.
¿Cómo surgió este postre que ha existido desde siempre, dura para siempre y se come en todas partes? Para responder eso, debemos echar un vistazo a la antigua Roma.